viernes, mayo 12, 2006

Responsable y rentable – Una estrategia más que rentable

Responsable y rentable – Una estrategia más que rentable Puede parecer que es una moda más, pero no es así. Primero porque es un concepto bastante antiguo y, segundo, porque es una demanda del mercado que procede de su evolución lógica. Para los expertos es una forma de dar valor a tu empresa. Según el foro para la Evaluación de la Gestión Ética (www.foretica.es), ante dos productos similares, algo más del 53% de los consumidores elegiría aquel procedente de una empresa socialmente responsable aunque fuera un poco más caro. Esta tendencia consolidada en EE UU cada día cobra más fuerza en España. Tanto es así que en lo últimos años la llamada Responsabilidad social corporativa (RSC) o empresarial (RSE) ha comenzado a tener gran repercusión en todos los foros. Ser responsable socialmente es una cuestión primero de actitud. Segundo, la empresa debe aunar esfuerzos sobre esta filosofía con todos sus empleados. Tercero, se debe empezar por implantar políticas responsables internamente dirigidas a mejorar el ambiente y las condiciones laborales, los recursos y la organización. Se deben extender esas iniciativas al entorno más cercano en el sentido de mejorar las relaciones con proveedores, consumidores, competencia, mercado y Administración. Y cuarto, promover acciones que mejoren el entorno social y medioambiental. Estas iniciativas pueden formalizarse en una memoria de sostenibilidad y hacerse públicas, o directamente comunicar cada acción a medida que se vaya implantando. La primera opción es más consistente pues reúne datos económicos, ambientales y sociales de una empresa, lo que permite dar una imagen más real del compromiso de la organización. ¿Qué iniciativas puedes implantar? No debemos focalizar la RS en la acción social: “Es sólo una pata y, además, no es la más importante”. La responsabilidad social debemos considerarla desde un nivel interno (qué mejoras puedo realizar relacionadas con la organización) y otro externo. Y dentro de éste, uno inmediato o cercano (mejoras dirigidas a proveedores, clientes, etc.) y otro externo más amplio (mejoras dirigidas al entorno social y medioambiental). Lo primero que debe saber una empresa es con quién se relaciona, quiénes son sus grupos de interés. Después, se puede elaborar un código de conducta, algo muy simple en el sentido de “en esta empresa se trabaja de acuerdo a tales valores de comportamientos ético”. Esos valores deben englobar unos principios que ni yo, como dueño de la empresa, ni mis empleados, podemos saltarnos, que regularán nuestra relación con cada uno de nuestros grupos de interés y que será nuestra forma de presentarnos y relacionarnos de forma socialmente responsable en el mercado”. ¿Qué podemos hacer internamente? Es muy difícil para una empresa incrementar la calidad de sus productos y/o servicios o el respeto social y medioambiental, si no se hace primero internamente con las personas de la organización. Esto cobra especial relevancia en la pyme, donde las personas tienen mayor protagonismo y el compromiso debe ser absoluto para ser competitivas, En la medida de lo posible y valorando los recursos materiales, humanos y económicos de cada empresa, se pueden poner en marcha medidas que mejoren las condiciones de trabajo (horarios de entrada y salida, días de permiso y vacaciones, teletrabajo, etc.) con la vista puesta en una conciliación laboral y familiar real. También se deben promover acciones que mejoren el desarrollo profesional y personal de los empleados, como planes de formación, asesoramiento, servicios socio-sanitarios, tiquets de comida y de guardería, etc. Y se debe potenciar el diálogo con los empelados y sus representantes para que el ambiente laboral cada vez sea mejor. ¿Y en el entorno más cercano? Una vez que funcione todo bien internamente, sal fuera y contribuye a la sociedad en función de tus valores. En el caso de nuestros proveedores deberíamos darles a conocer nuestro código de conducta para que sepan cuáles son los valores y principios con los que trabajamos. En ese sentido, la idea de establecer un control de nuestra cadena de proveedores puede tener un mayor o menor alcance según el sector y la dimensión de nuestra empresa, pero supone verificar que las operaciones de los proveedores respetan la legislación y no violan derechos básicos. Respecto a clientes y consumidores, debemos crear canales de información que nos permitan conocer cuáles son sus opiniones y demandas para, en la medida de lo posible, satisfacerlas y que se sientan parte importante de la empresa. También debemos fijarnos en las empresas de nuestro entorno, en nuestros competidores y en el mercado en general. Si todos saben que tu empresa es un negocio ético y responsable, y que no hace competencia desleal, sino positiva y creativa, generaremos un concepto de socio-competidor que nos facilitará sinergias y alianzas. Tampoco debemos olvidar que cada vez son más las grandes empresas que se decantan por un proveedor socialmente responsable que por otro que no lo es. Y en cuanto a nuestra relación con la Administración pública, debemos potenciarla cumpliendo con las leyes básicas (fiscales, laborales, etc.) Y participando y colaborando con las iniciativas gubernamentales, así como promoviendo la contratación de trabajadores con minusvalía, colectivos desprotegidos, etc. La administración incentiva cada vez más determinadas prácticas de RS con mayores puntos en concursos públicos y en la obtención de ayudas. ¿Y en un entorno más amplio? Aquí debemos diferenciar entre aquellas acciones dirigidas a mejorar nuestra relación social y medioambiental con el entorno más directo, como puede ser la zona de influencia donde esté ubicada nuestra empresa, y por otro, la sociedad en general. En el primer caso, debemos generar un diálogo abierto con asociaciones, ayuntamientos, colectivos, etc., para conocer sus demandas y opiniones acerca de nuestra actividad. En este sentido, se pueden organizar visitas guiadas a nuestra empresa, realizar encuestas de satisfacción, buzón de sugerencias, etc. Y en el segundo caso, podemos colaborar económicamente con acciones sociales y de interés público (bibliotecas, polideportivos, campañas de concienciación, etc.). Podemos apoyarnos en ONG sociales y medioambientales. (Resumen de artículo publicado en la revista Emprendedores 103 – Marzo 2006)

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