martes, marzo 14, 2006
¿Empresa grande o gran empresa?
¿Empresa grande o gran empresa?
Hoy voy a contarles como una empresa de transporte público con un presupuesto anual de más de 10 ceros, miles de trabajadores, con una campaña permanente de publicidad apostando por la modernidad y la calidad en la gestión, puede perder el respeto, la consideración y enviar la motivación de sus trabajadores de paseo por más de 1 generación.
Esta historia, en la que no voy a dar nombres, me ha surgido esta mañana por casualidad, una de aquellas cosas con las que topas sin esperarlo y que dejan una profunda huella. Lo sucedido ha sido más o menos lo siguiente:
Iba paseando y charlando, por una calle céntrica, con un amigo de siempre - él trabaja para la compañía a la que me refiero -, cuando nos hemos encontrado con un grupo de sus compañeros de trabajo. A unos los conocía y a otros no. La verdad sea dicha, es que la conversación que se entabló no era demasiado de mi interés y me mantuve apartado. Hasta que alguien exclamó :¡Hombre! ¡Tú eres xxxx xxxx¡ y al recibir la confirmación de que así era, se deshizo en alagos, en abrazos, y en una serie de alagos tan efusivos y secundados por el resto del grupo que no pude sino sorprenderme. Era como si de repente todos milagrosmamente hubiera recibido el premio Gordo de la Lotería de Navidad. Pasado un rato, sin embargo, el tono de la conversación bajó y pasó de la felicidad a la indignación. ¡No hay derecho! ¡Cómo pudieron no hacer nada! etc.
Era evidente que ellos - sus edades iban desde los 25 a los 60 años aproximadamente -, todos ellos compartían el conocimiento de algo que para mí era desconocido.
Ya pasado un buen rato, yo y mi amigo nos despedimos y continuamos con nuestro paseo y charla. No pude por menos que preguntarle ¡¿Qué era eso tan importante?! . Y me contó la historia. Historia que circula entre los empleados de la compañía como si de una leyenda se tratara y que a la vista de lo visto, tardará años en desparecer, si es que algún día lo hace.
La historia en resumen sería como sigue:
"Hará algo más de 10 años, en un momento de la historia de nuestro país en que los atentados terroristas no eran algo infrecuente, nuestro protagonista el Sr. xxxx xxxx ocupaba el puesto de responsable de estación y por las cámaras de vigilancia vio bajo un banco una bolsa de lona abandonada. A falta de a quién recurrir tomó una decisión que pudo haberle supuesto el despido directo. Por megafonía rogó a la multitud que esperaba que abandonaran el recinto por cuestiones técnicas, mientras avisaba a la policía y buscaba a sus superiores. La bendita bolsa de lona resultó ser una "bomba de las de verdad" lista para ser detonada. Su acción permitió que las fuerzas de seguridad desactivaran el artefacto, salvando así decenas de vidas. Y dicho sea de paso ahorrando a la compañía para la cual trabajaba algunos cientos de millones en desperfectos y gastos derivados. Nuestro héroe anónimo, todavía hoy - ya jubilado - es recordado, y su historia circula entre los empleados, incluidos los que se van incorporando como ejemplo de abnegación y sacrificio."
De hecho la historia acaba aquí pues nunca, jamás, nadie de la compañía se dirigió ni personal, ni telefónicamente, ni tan siquiera le envió una triste postal por Navidad, para felicitarle, agradecerle, comentarle, .... Nada, nada de nada.
Probablemente porque no había nadie que tuviera tal función asignada: "la de felicitar por un trabajo bien hecho"
¿Qué tipo de cultura corporativa puede tener una empresa que no reconoce el trabajo bien hecho de sus empleados?
No hace falta que los hechos sean tan dramáticos como los de mi historía, pero está demostrado que el refuerzo positivo motiva más que el olvido, sea consciente o inconscientemente. No permitamos que en nuestras empresas suceda esto.
(¡Ah! y no piendo dar nombres)
Antoni Amenós
estrategia.info
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario